Sueño ligero: La vigilia residual de Guillermo Sotelo

Imágenes filtradas desde cámaras de seguridad infrarroja se transforman en escenas oníricas que convierten el control en poesía visual y cuestionan nuestra relación con la sobreproducción de lo visual.

© Guillermo Sotelo

Durante las noches del confinamiento, Guillermo Sotelo se encontró recorriendo un archivo inesperado: Insecam, el portal que transmite en vivo miles de cámaras de seguridad cuyos dueños olvidaron proteger. Allí, entre señales desatendidas que continúan emitiendo desde 2014, el artista argentino detectó un umbral visual capaz de convertir la vigilancia en ficción. De ese tránsito nació “Sueño ligero”, una serie construida exclusivamente con capturas de cámaras infrarrojas, justo cuando la claridad de la vigilia se desvanece y la imagen muta a blanco y negro saturado.

Me parecía atractivo transformar esa utilidad de control en algo artístico o ficcional. La obsolescencia que subsiste también es un gran nodo de ficcionalidad; el error llama la atención
— guillermo Sotelo

Las cámaras que protagonizan la serie fueron diseñadas para controlar autopistas, volcanes, fábricas o patios traseros. Sotelo las reconfigura sin intervenirlas: observa pacientemente la transmisión nocturna hasta aislar el instante en que los LED infrarrojos se encienden y el sensor revela más de lo que pretendía ocultar. Así desplaza el dispositivo panóptico (hoy casi arqueológico) hacia un terreno poético, donde los sujetos vigilados se desdibujan y lo que permanece es la huella luminosa del tiempo.

El artista vincula ese cambio de modo de luz diurna a visión nocturna, con la Fase 1 del sueño, el “sueño ligero” que dura entre cinco y diez minutos. Durante ese breve pasaje, la cámara oscila: surgen contrastes extremos, halos fantasmagóricos y texturas granuladas que remiten tanto a la heliografía de Nicéphore Niépce como a la “imagen pobre” de Hito Steyerl. Sotelo abraza esa merma de información como estrategia: “Lo que sobrevive arroja imágenes incomprensibles, confusas… Para mí son un descanso a la mirada frente a tanta información visual”.

El mayor desafío fue coreografiar múltiples husos horarios. Sotelo trazó un calendario para seguir la caída del sol en distintas latitudes y capturar, casi simultáneamente, tres puestas de sol. “Las cámaras están en diferentes lugares del mundo y la hora cambia según el país… La organización del tiempo jugó un rol central”, comenta. Ese método, heredado de su década vinculada al teatro y la performance, otorga al proyecto una cadencia escénica: cada captura es el registro de un escenario que jamás volverá a repetirse del mismo modo.

Genealogías y resonancias

Aunque la serie se apoya en tecnologías contemporáneas, su estética dialoga con los orígenes de la fotografía. El paso del tiempo sustituye al instante decisivo de Cartier‑Bresson; la espera prolongada, como en la “Vista desde la ventana en Le Gras”, se convierte en condición de posibilidad. En paralelo, la baja resolución invoca la materialidad digital degradada que Steyerl reivindica como portadora de aura política y afectiva.

Postfotografía y proscripción de sentidos

En línea con las tesis de Joan Fontcuberta sobre la postfotografía, Sotelo trabaja con la “imagen huérfana”: aquella que circula sin autor reconocible y cuya función original se diluye en el intercambio de datos. Al extraer cuadros del flujo de vigilancia, el artista desplaza la lógica instrumental de la cámara hacia una poética del residuo, activando el “tráfico y reciclaje” de imágenes que, según Fontcuberta, define nuestro ecosistema visual contemporáneo.

Fred Ritchin describe un estadio after photography donde el valor documental cede ante la performatividad y la manipulación algorítmica. “Sueño ligero” se inscribe en ese umbral: no produce nuevas fotografías sino que reprograma el sentido de las existentes, impugnando la promesa de transparencia tecnológica y cuestionando la confianza en el dispositivo de vigilancia.

Siguiendo a teóricos como Paula Sibilia y Jorge La Ferla, la reutilización de material ajeno opera una proscripción de sentidos: le retira a la imagen su misión originaria (vigilar, evidenciar, testimoniar) para exponer su condición de objeto cultural mutable. Sotelo profundiza este desplazamiento al elegir fragmentos borrosos, errados o degradados, ampliando la grieta semántica y habilitando lecturas especulativas que resisten la sobreproducción de lo visible.

Para Sotelo, trabajar con lo residual implica confiar en la acumulación: miles de cámaras dispersas, años de emisiones inútiles, una interfaz pensada para el control que deviene archivo onírico. El artista captura esos restos y los dispone como pequeñas cápsulas de intimidad global, “oasis de la intemperie” que el espectador puede habitar sin prisa.

Sueño ligero” suspende la lógica de la vigilancia para devolvernos la curiosidad de mirar. En un presente saturado de imágenes nítidas y algoritmos que optimizan la exposición, las capturas de Sotelo reivindican la potencia expresiva del error, el desvío y el tiempo extendido. Son postales de un mundo que se vigila sin ser visto, reveladas por quien eligió asistir, paciente, a la caída de la noche.

Marina Cisneros

Director y Project Manager en Plataforma RARA. Profesional en gestión cultural y artes visuales, editora especializada en fotografía artística contemporánea y profesionalización de artistas visuales.

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